Durante todo el año, tras jornadas maratonianas de trabajo diario y rutinas que aburrirían a las ostras, nos juramos y nos prometemos que este año si que va ser el que nos vamos a dar un homenaje en las vacaciones. Por todo lo alto, porque nos lo merecemos, porque ya hemos currado lo suficiente durante todo el invierno, para ahora disfrutar, desconectar y cargar las pilas en un par de semanas en Julio y otras en Agosto. Visita a alguna ciudad europea, balnearios, retiro de montaña, o mojitos en un buen atardecer de algún rincón de las Baleares, o en cualquier otro punto de la geografía mundial.
Cada día son más los estudios que demuestran que la ansiedad, la depresión y la insatisfacción con la vida en general, están más presentes en nuestra sociedad. Pasamos por el frío invierno inmersos en nuestras rutinas monótonas llenas de obligaciones y jornadas laborales maratonianas, en una especie de «piloto automático». Hacemos y solucionamos de forma automática las tareas u obstáculos que nos pone la vida, sin ningún tipo de conciencia en lo que estamos haciendo, al igual que cuando estamos realizando cualquier actividad que nos produce placer o bienestar no la saboreamos como tal, porque nuestro cerebro, automáticamente, se pone otra vez en el modo piloto automático (planificar, organizar, recordar). Vamos, lo que viene siendo estar pensando en todo lo que nos queda por hacer cuando termine lo que estamos haciendo en ese momento, impidiendo, obviamente, que podamos disfrutar al cien por cien de lo que sería esa actividad agradable para nosotros.
Invertimos esfuerzo, tiempo y dinero para que en un periodo de dos a cuatro semanas, se nos vaya la ansiedad, se nos solucionen los problemas, carguemos las pilas, y que nuestra dosis de malestar e insatisfacción con la vida disminuya hasta el año que viene en las próximas vacaciones. Todo esto en un par de semanas. Concretamente, 14 días, o en el mejor de los casos, 28 frente a 351.
¿No sería mas eficiente, durante el invierno cambiar lo que hacemos, dedicando tiempo, en la medida que sea posible, a actividades agradables y en cosas que nos hacen sentir bien, para no depositar solo la esperanza en vaciar los depósitos de malestar en nuestros días de vacaciones? Sino, es muy probable que nuestras vacaciones se queden cortas, y nos frustremos a las dos semanas de haber vuelto de ellas, por ya estar agobiados otra vez de estar presos de las rutinas, obligaciones, y como no, de la tan temida ansiedad.
Aquí van unas pautas para el día a día:
- Dedícate tiempo para ti y en hacer cosas que te resulten placenteras.
- Aprovecha pequeños espacios de tiempo para tomarte un café con alguien que hace tiempo que no ves.
- Haz algún plan que te apetezca con cualquier ser querido.
- Reserva un poco de tiempo para realizar cualquier tipo de ejercicio físico, da igual si es correr, andar, padel o natación. El ejercicio físico de por sí, es un muy buen ansiolítico, y además, natural.
- Toma conciencia de las cosas buenas que te pasan durante el día, desde que alguien te dé los buenos días, hasta poder disfrutar de una buena infusión después de cenar mirando una película que te guste.
- Ponte el despertador con tiempo, para no desayunar con prisas y arrancar el día ya nervioso porque llegas tarde al trabajo.
- Intenta rodearte de gente que te sume y no que te reste, aunque a veces pueda resultar un tanto complicado.
- Intenta utilizar más el «modo estar» que el «modo hacer».
Te invito a que en vez de «cargar las pilas» en vacaciones, evites quedarte sin batería a lo largo del inverno.
Pere Grimalt
Psicólogo CV 12295 General Sanitario y Especialista en adicciones.